
La reciente atención mediática de la denuncia hacia el expresidente por violencia de género destaca un patrón conocido: descalificar a las mujeres que denuncian abusos tratándolas de «locas» o “mentirosas”. Este enfoque desvía la atención de las acusaciones serias y perpetúa una cultura en la que las víctimas temen ser creídas. La pregunta es clara: ¿seguiremos cuestionando la credibilidad de quienes buscan justicia, o finalmente escucharemos y apoyaremos a las verdaderas víctimas?
